sábado, 9 de octubre de 2010




LA COSECHA

La agricultura, me llama la atención momentáneamente, pero no es una cosa que me deslumbre. Me encanta ver crecer los tomates, sobre todo, pero considero que tienes que amar la tierra, cuidarla, durante semanas, meses y años para que al fin te dé la ansiada recompensa.
Eso mismo he sentido yo, el día que entré en el Hospital con Yolanda. Tu madre a los pies de la cama, Pablo, tu marido, a tu lado y en una pequeña cuna, tu hijo, mi nieto, dormido profundamente.
Durante estos veintisiete años, he cuidado de mi fruta más preciada. He abonado, regado, limpiado de malas hierbas tu entorno. A veces el granizo, ha desmejorado mi trabajo, pero siempre he pensado y pienso, que el surco del arado no se debe abandonar, por muy seca o dura que este la tierra. He procurado – siempre que he podido – que mi ejemplo sea tu camino, sin cortapisas, atajos ni presiones, pensando que lo mejor es que tu elijas tu camino, aunque no sea el mío.
Todo esto me ha venido a la mente, cuando esta noche te he visto, en un pequeño cuarto de baño, con tu pequeño hijo de quince días en los brazos, mientras lo bañas. A tu lado, tu hermana Julia, embobada mirándote, Pablo tu marido, detrás emocionado, Yolanda, sorprendida con tu destreza y este que escribe, filmando con un video una escena, que se repetía de forma similar cuando Julia de pocos meses, hace catorce años, estaba en mis brazos, bañándola, mientras tú la grababas en video.
La cosecha que me refiero al principio, es el sentimiento de orgullo que siento, cuando veo el fruto.
Viendo a mi nieto, mientras mama, entiendo ese sentimiento..

Joaquin Vidal Octubre 2010

viernes, 1 de octubre de 2010

Feliz waka-waka cumpleaños Laia

Ha pasado un año, un año con sus noches y días. Cuanta felicidad he traído a tantos corazones. Me consta que aún siendo buenas personas, las he hecho mejores, mejores con ellas mismas y con las personas que quieren, no quieren, las quieren y no las quieren.
Esa felicidad, la he recibido, inicialmente en mi concepción, pero después ha continuado día a día, a través del cordón umbilical, sonidos, sensaciones, música, la unión de los labios de mis padres, los besos y abrazos de mis abuelos, hermano, tías, tíos, amigos y demás familiares a mi madre, todo el mosaico que une a todas esas personas, se agrandaba, empequeñecía, para buscar un sitio para mí.
¿Nunca habéis sentido que el simple aroma de una comida, de un lugar, nos retrotrae a una sensación de que ya hemos pasado por eso? Porque no puede ocurrir, que cuando estamos en el vientre materno, cualquier sensación placentera o dolorosa, se transmite al feto y se guarda en algún sitio que algún día puede que salga a la luz.
Con más razón las cosas que vive, siente, presiente, desea o no desea, la madre, me las transmite conformando un rocío de buenaventura, compresión y entendimiento que al nacer se esparce por doquier.
Bueno no quiero alargarme, solo, agradeceros, este primer año de vida, a todos, a mis padres, abuelos, tío, familiares y amigos, sinceramente vuestra Laia os quiere.