sábado, 15 de enero de 2011

En mi casa, en Sevilla

El olor a incienso, me trae el recuerdo de la Semana Santa. Este olor característico, retrotrae a mi mente, los grandes factos de la iglesia. A mis años, se ha convertido en un recuerdo de Sevilla más que en un olor.Este año, he vivido la mejor Semana Santa. Mis cansados pies han recorrido, calles y callejones detrás de alguna imagen, impregnando mi alma de ese amor olvidado por la ciudad. Han sido momentos inolvidables. Por primera vez en mi vida, se me han saltado las lágrimas, viendo a la Macarena en la calle Alcázares o viendo a la Esperanza de Triana pasar por el Arco del Postigo, teniendo como testigo a la luna encima de la Giralda. Tal ha sido el aluvión de sensaciones, que a veces he creído perder la razón, deseando abandonarlo todo y refugiarme como un mendigo entre las muros de esta ciudad. Sin embargo, tengo que confesar que como todo en esta vida, no solo ha sido el influjo de esa ciudad lo que ha provocado esa situación, mucho ha tenido que ver, desde luego, el alma de la persona que me acompañaba.
Dando un giro de ciento ochenta grados, aprovecho la ocasión para reflexionar en voz alta sobre el alma, las relaciones humanas, el amor, el cariño, no se, el nombre es lo de menos.
Bueno, es la primera vez que me leéis. Soy Amelia Salmerón. He vivido siempre en el barrio de la Encarnación, en una casa de vecinos. Como tengo algunos ingresos mensuales de algunas rentas, me dedico a escribir. Normalmente escribo para personas que necesitan compañía. Si, digo bien, compañía. Hoy vivimos en absoluta soledad, a pesar de los millones de personas que nos rodean. Intento con más o menos éxito llevar un poco de consuelo a los corazones que lo necesitan. Mi escritorio, esta situado a la luz de la ventana, al lado del corredor, paso obligado a la azotea, por lo que frecuentemente, se acercan hasta mi ventana, alguna que otra persona y charlamos amigablemente de cualquier asunto. También me cuentan penas y alegrías y me siento dichosa de compartirlos. Hoy Doña Maria, me ha hablado de su hija. No voy aquí a transcribir la conversación, eso solo le pertenece a ella. Yo soy como un trozo de árbol hueco donde las palabras descansan y las historias se amontonan sin más.
Solamente, quiero hablar de una frase que ha pronunciado Doña María al final de su conversación, le pregunté si quería que le escribiera alguna de las cosas que pienso, ella asintió con la cabeza, solamente Amelia, una cosa me dijo; no seas muy duro con ella.
He sentido un poco de amargura. A veces las personas, me cuentan sus historias, otras, las fuerzo con mis palabras, consciente o inconscientemente, normalmente las personas solo oimos lo que quieren oír, estableciendo un límite imaginario. En mi oficio de escritora, no me paro a juzgar, solo escribo y escribo, alimentándome de lo que leo y de la resina que rezuma ese tronco hueco al que me refería antes.
Las relaciones con otras personas se construyen en base a la fortaleza interior de cada una de las personas. Me explico. Un buen edifico, se sostiene sobre los cimientos bien construidos. A pesar de compartir sus muros con otros edificios, solo sus fuertes cimientos la sostienen. Ahora sé, por propia experiencia, que estar enamorada, impregna una especia de “locura”, placentera para el alma y dulce para el corazón. Mi experiencia me ha demostrado que avanzando en la construcción de mi propia persona, poniéndola al servicio de la otra persona enriquece nuestro amor, dándole vida, que como un boomerang me lo devuelve aumentado, llenado mi corazón de alegría y plenitud. Pero solo avanzamos cuando los dos nos afianzamos como personas. Nuestra fortaleza reside en el conocimiento de una misma, aprovechando nuestros puntos fuertes y debilitando los débiles. No es fácil hacer lo que os digo. Pero sintiéndome querida por el ¿hay alguna tarea imposible? podría conquistar el mundo. Os preguntareis ¿y si el no me quiere? ¿Importa eso acaso? ¿Pensáis que queriéndolo a pesar de que no me quiera, llegará a quererme? Creo que no. En este gran saco de tornillos y tuercas que es este mundo, no quiero precipitarme para encontrar otra pieza que entre forzada, hay un gran saco lleno, no tengo prisa. Día a día, vivo mi vida. A veces la soledad me sorprende, pero es la verdadera soledad. Es la soledad que sientes cuando has trabajado en tu interior, no hace daño y te aseguro que a veces todas necesitamos un poco de ella. A lo largo de estos años, he hablado con infinidad de parejas que están solas a pesar de vivir juntos, y de grupos de amigos que les ocurre lo mismo. Como he dicho antes, no juzgo, ni dejo de juzgar, ni soy dura, ni blanda, solo dejo que mis manos corran por el teclado, impregnadas por la resina de ese tronco. Lo de dura o blanda, que sea tu corazón la que le ponga el apelativo.
Me vais a perdonar, voy a llevarle esto a Doña Maria, me ha prometido café con pestiños cuando le llevara el escrito. Además de endulzar el corazón, también el paladar te lo agradece.


Amelia Salmerón, Abril 2001

Good Bye Norma Jean

Good Bye Norma Jean

Estoy escuchando música, con la mente en otra parte. Desde ayer por la tarde ando con angustia. No conocía a tu padre, solo nos vimos una vez, diez minutos; conociéndote a ti, me lo imagino una persona muy especial.
Lo habrás pasado fatal, digo mal, lo habréis pasado, Paloma, tu madre, hermano y todo el mundo.
Hoy después de hablar contigo, me has dado la señal, la conversación me ha unido más a ti, a tu dolor. He tenido más claro que quería escribirte.
Cuando escribo, a veces sale del cerebro, pero otras veces salen del corazón. Cuando quiero escribir con el corazón, las cosas que quiero decir, las plasmo directamente en la pantalla, no tardo ni un segundo, escribo rápido, no quiero que se contaminen, es puro sentimiento o a mi me lo parece.
Hoy día, una persona llama por su móvil, un satélite localiza la llamada y desde varios Km. de distancia, un misil que cuesta millones de euros lo convierte en cenizas, y sin embargo la ciencia no ha avanzado lo suficiente para impedir que un ser querido nos abandone.
Pero así es la vida. Es importante saber que tiene sus reglas y aceptarlas.
Para ti van a ser y han sido días muy duros. Me contabas, que se fue sin sentirlo, que le gustaba Asturias, que en alguna ocasión lo comento; me gustaría descansar en esa tierra. Se fue rodeado de su familia, en una fiesta.
Una teoría mía; tenemos un tiempo en la tierra, queremos, sufrimos lloramos, los años van pasando la familia crece, nuestra capacidad de amar es ilimitada, tenemos hijos maravillosos, personas que queremos más que a nosotros mismos. Inevitablemente las personas que nos dieron la vida desaparecen. Ese mismo amor que tu has mamado de pequeño, que has vivido en tu casa, entre tus padres, lo llevas dentro, antes lo derramabas inconscientemente a tu alrededor, a partir de hoy más que nunca, cuando beses a tus hijos, te acordaras de él, a veces te sorprenderás mirándolos y recordando a tu padre. Además pienso, que siguiendo esta teoría - dentro del dolor de la perdida- a tu padre lo querías muchísimo, ¿ te has parado a pensar, donde va ese cariño ahora?, una parte se dedica a su recuerdo, otro trozo a tu madre, hermano, pero queda un trozo grande, muy grande muy hondo. Te lo ha dejado muy fácil, ese trozo inmenso es para Paloma y tus hijos. Puedes pensar que no hacía falta, que el precio es demasiado alto. Lo que ha ocurrido es inevitable, pues bien piensa en el futuro, te ha dejado dos cosas importantes; su recuerdo y su forma de ser, de hacer, que han conformado tu vida y te ha permitido ser hoy quien eres.
Te voy a contar una cosa que quizás te alivie el corazón mientras lo lees. Desde hace tres años tengo un pellizco en el corazón. Como tu sabes, mis padres, mis hijas no viven cerca de mi. Mis padres tienen una edad considerable, a veces suena el teléfono, solo de vez en cuando lo pienso, un día pueden irse y no estaré a su lado seguramente. No lo asumiré nunca, nunca me acostumbrare, pero tengo personas a mi lado, que me quieren, por las que tengo que vivir.
Nunca he tenido una perdida tan importante en mi vida, no se como reaccionare, lo que si pienso es como quiero que sea. Quisiera tener un recuerdo eterno en mi corazón para ellos. Un recuerdo que es una obligación. Desde ese momento mis hijas tienen que escuchar largas historias de sus abuelos, de lo que significaron en mi vida, que si ellas están aquí es gracias a la vida que ellos me dieron. Voy a gritar en silencio, gracias Dios mío, por permitirme disfrutar de ellos en la tierra, gracias Dios mío, por permitir que su recuerdo habite eternamente en mi corazón.
El titulo, corresponde a la canción que cantó como homenaje Elton Jhon en un funeral. Me pareció maravilloso. Estas letras que te escribo quiero que sean un pequeño homenaje a la memoria de tu padre.

Joaquin Vidal 16/06/03