miércoles, 28 de diciembre de 2011

Quien ha dicho que la vida es facil





No había sido fácil encontrar el Tanatorio. No entendía porque en los tiempos actuales, se empeñaban en relegar este servicio a zonas alejadas próximas a los cementerios, la muerte estaba presente como un acto más de la vida, si, era con el que caía el telón, pero no dejaba de ser uno más. Rodrigo, dejo atrás el edificio con una sensación agridulce, la garganta seca por el momento pasado. No había sido fácil no. Se monto en su coche y puso rumbo a la prisión de Sevilla donde “El cuneta” estaba recluido.
Mientras conducía sus pensamientos le llevaron seis años atrás, se había enamorado de una mujer preciosa, que nada tenía que ver con el ambiente en el que él se movía. Al principio no se fijo en ella, pero un día que vigilaba el museo para dar el golpe, lo miró y se enamoró como un adolescente. Pasaron un año en una nube. Luisa era de un pequeño pueblo donde el tiempo pasaba más despacio y las costumbres no eran tan relajadas como en la ciudad. Todo iba estupendamente, a sus treinta y ocho años la vida le sonreía. Todo era tan perfecto que tenía la sensación de que aquello no podía durar.


Habían estado bebiendo y jugando a las cartas toda la noche, Rodrigo, dejo a su amigo tirado en un bar de carretera de mala muerte. A sus dieciocho años y con todo el alcohol que llevaba en las venas solo pensaba en irse a dormir, pero quiso tomar la última copa. Tenía dieciocho años y se sentía fuerte y enamoradizo, aunque su físico no lo acompañaba, su desparpajo y el dinero que manejaba fruto de los atracos que hacía con sus compinches le facilitaban las relaciones con toda clase de mujeres. Terminó en la cama con Angelita, una muchacha que acababa de llegar a este sórdido mundo, su tío la apadrinaba y no dejaba que cualquiera se acercase, pero lo abultado de su cartera lo convenció. A la mañana siguiente en su casa no recordaba casi nada de la noche anterior, siguió con su vida.

Habían pasado cuatro meses y el tío, se presento con dos amigos. Su sobrina se había quedado embarazada. Por miedo no lo había dicho antes y era imposible que abortara, así que Rodrigo tenía que hacerse cargo de ella y de lo que viniera, tenía que casarse. No fue fácil la negociación, incluso salieron las pistolas a relucir. Dos semanas después se casaron en secreto. Rodrigo con dieciocho años, una mujer a la que no quería y un hijo en camino.


Rodrigo, quería casarse con Luisa, todo iba estupendamente, tenía ganas de dar un cambio a su vida. Después de lo que había pasado tras el robo del diamante era el momento de retirarse. Luisa quiso que Rodrigo la acompañara a su pueblo a presentarlo a su madre. Pararon en una gasolinera a desayunar, en que maldita hora, en la barra del bar, un hombre mayor vendía lotería. En cuanto lo vio lo reconoció, era el tío de Angelita. Se acercó y sin darle tiempo a reaccionar, delante de Luisa le dijo- Angelita, está recluida en un centro de desintoxicación, perdió a tu hijo y sigue esperando que cumplas como marido-. Rodrigo, miro a Luisa, sin saber que hacer no podía reaccionar. El tio se dio media vuelta, como una cobra venenosa, había mordido y dejado su veneno que a las pocas horas destrozaría todo lo que encontrara a su paso.

Le costó toda la mañana convencer a Luisa que aquello fue un error de juventud, que no veía a Angelita desde que se casó con ella. Fue difícil pero el amor y el compromiso de Rodrigo de contar la verdad a su madre derribo todos los obstáculos. Vivirían juntos, a ella no le importaba lo que pensaran los demás. La condición humana les enseñaría que la vida es de todo menos fácil.


Llegaron al pueblo, la madre de Luisa, desde el principio se mostró fría con él. Hablaron y hablaron, pero ninguno de los argumentos permitió a su madre aprobar esta relación. Miles de ojos y oídos en el pueblo estarían al acecho de la relación de Luisa. Angelita besó a Rodrigo en la puerta y este se alejó maldiciendo a la madre, que le impedía con su terquedad pueblerina vivir con su amor.

Vivieron como pudieron, viéndose en momentos muy concretos de su vida, a escondidas, con la complicidad de amigos, disfrutando de sus cuerpos como dos fugitivos, sin poder proclamar a los cuatro vientos que se querían con delirio. Fue un calvario, para ellos fue, como una cadena enrollada a sus gargantas que cada día se cerraba más.

Rodrigo juró el día que salió del pueblo que no moriría hasta que no asistiera al entierro de la mujer que lo hizo tan desgraciado.

Luisa murió un año antes que su madre ahondando más la herida de su corazón.

Hoy se sentía mejor, dejando flores en la tumba de Luisa, después de reírse a gritos delante del féretro de su madre.

Joaquín Vidal 28/12/2011

sábado, 17 de diciembre de 2011

El día de nuestra boda



Volví a mirar por el espejo retrovisor, no había cambiado nada en estos tres años, incluso la veía mucho más guapa, como era lógico en las novias el día de su boda.

Yo, llevaba ocho meses que trabajaba en esta empresa de alquiler de coches de lujo, principalmente mi labor consistía en bodas, hombres de negocios y pasear a todo aquel que fuera capaz de pagar el precio.

En ese momento, ese día para mí era especial, la novia que llevaba detrás vestida de blanco, había sido mi novia durante cinco años y paradójicamente yo la llevaba el día de su boda a la ceremonia. Se me pasaron por la mente todos los momentos que habíamos pasado juntos, planes, ilusiones, todo queibadó a medias.

Ella, por supuesto, me había reconocido pero guardaba un mustismo absoluto. El padrino, era su tio, me lo presentaron una vez y coincidimos en un par de ocasiones, pero no me reconoció con el uniforme. No se había puesto corbata en su vida y parecía que se iba a ahogar con el nudo, me pidió que parara en un bar para comprar tabaco.


Era un día lluvioso, la poca gente que se veía por la calle, iban con prisas, con un pequeño trote, buscando soportales y cornisas para guarecerse. Elegí una mesa al lado de una gran ventana, quería verla llegar, repasé mentalmente lo que iba a decirle, llevábamos un par de meses con discusiones continuas, por los detalles más nímios, todo venía desde que encontró un trabajo, desde ese momento las cosas empezaron a acelerarse y ella quería casarse, yo la verdad no lo tenía claro, la quería, pero mi vida actual, amigos, libertad, vivía con mis padres sin ningún problema. No quería casarme hasta dentro de unos años. En cuanto entró empezamos a discutir, no daba mi brazo a torcer. Salimos cada uno por su lado, no nos llamamos en un par de semanas. Habían pasado dos meses, me la encontré viendo salir la Amargura, iba con una amiga. Nos abrazamos durante un minuto, estuvimos toda la tarde noche juntos, hablamos de mil cosas, reímos, yo para mis adentros pensaba que después de ese corte, la relación duraría otros cuatro o cinco años, nos dirigimos a un hotel, teníamos ganas de recuperar el tiempo perdido, pero por el caminos, empezó otra vez con el mismo tema, la boda, me paré en seco,- cásate conmigo, tú me quieres- me dijo ella, yo sin contestar me di media vuelta, me fui.

Había pasado un año, en la boda de un amigo común volví a verla, mi corazón pareció querer salir por mi garganta. Iba acompañada de un chico.

No he vuelto a verla hasta hoy, el día de su boda.El padrino me tocó el hombro, para que parara a comprar el tabaco. Aparqué lentamente junto a la acera a unos treinta metros del bar. Cuando bajó, miré por el espejo, en ese momento, nuestros ojos, dijeron miles de cosas, yo me volví, quería hablar un minuto, decirle que…., ella me puso sus dedos en mis labios y me dijo, - si en este momento me dices que no me case, lo tiro todo por la borda y me voy contigo-. Mis ojos se nublaron, era incapaz de pronunciar una palabra, mi cerebro estaba paralizado, pensé, la quiero, ella me sigue queriendo, sacando fuerzas de no sé donde fui a pronunciar… en ese momento llegó el padrino corriendo, - vamos, vamos que llegamos tarde-.

Doce minutos después los dejé en la iglesia. Llame a la agencia para que me relevaran, no me encontraba bien.

Han pasado tres años desde ese día, solo la he visto una vez, con su pareja y un pequeño. Hay mañanas que me levanto y pienso, que hubiera sido de nuestras vidas si ese día yo hubiera hablado.

Joaquín Vidal 22-8-1993

viernes, 16 de diciembre de 2011

Un alma nueva


Un alma nueva, por escribir, con leves arañazos, aunque a ti te parezcan grandes grietas.

Pequeños pasos dados en el camino, dulce cabezada en ese largo sueño que perseguimos, parpadeo reflejo de tus ojos, que aunque no dura más que un segundo nos parece una eternidad.

Cuantas cosas pasan y se paran en ese segundo. En el tiempo terrenal que vivimos nos parece una eternidad, un desierto de sal.

Sin estos desiertos, rotos, bajadas, cadenas, ceguera, silencios, lances, noches sin lunas, no podríamos valorar y amar jardines llenos de flores, arreglos, subidas, uniones sin fin, tus ojos, gritos a deshoras y a destiempo, lances pero con roces, noches con lunas, es lo que pienso.

Joaquín Vidal 16/12/2011

martes, 13 de diciembre de 2011

Malta


Tengo el corazón dolorio,
de tanto querer,
dime tu, corazón mío,
que es lo que puedo hacer.

Si a tu puerta me acerco,
sale tu madre y me mira,
a tu corazón le voy a poner cerco,
para ver su me admiras.

En el fondo de tus ojos,
se alumbra un amor sincero,
me arrodillo en los suelos,
por ese amor verdadero.

Besando tu cuerpo entero,
los labios se me vuelven aguaceros,
yo quisiera ser velero,
para navegar por tu cuerpo, guiándome por los luceros.


Joaquin Vidal

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cuatro meses que parecen cuatro años

Cuatro meses que parecen cuatro años,
Cuatro caminos, ríos, cuatro viajeros,
Cuatro amaneceres, con sus noches y días,
con sus paradas,lagunas, y travesías.


Cuatro meses que parecen cuatro años,
Cuatro lunas, miles de estrellas y luceros,
desdibujados por mis llantos y tus lágrimas,
ilusionado por ver tu figura y tu sonrisa.


Cuatro meses que parecen cuatro años,
Cuatro mil pensamientos y cávalas,
Cuatro mil premoniciones y señales,
Cuarenta años de mi vida, que te ofrezco.


Cuatro meses que parecen cuatro años,
Ciento veinte noches que no te escucho,
Ciento veinte días que me faltas en mi vida.
Ciento veinte días que espero tu venida.



Joaquín Vidal Mayo 2007

A la búsqueda de un sueño




En busca del fuego, como nuestros antepasados más primitivos, persiguiendo sus sueños. No sé si lo conseguirán, pero seguir y seguir un camino, ni marcado ni escrito, acompañado de un duro trabajo y la diosa suerte lleva a satisfacer el alma del creador, del artista.

En esa playa de fina arena, un espíritu y cuatro seres se reunieron espoleados por sus genes en un frio día de Diciembre. La música, el arte, fluyeron una vez más. Corredores de fondo en el camino de sus sueños, sin esperar alcanzarlos, pero con un íntimo y profundo deseo de conseguirlos.

Heredada la constancia, el esfuerzo en silencio, con pocos medios, sin saber de dónde le vienen esas ganas, ese ímpetu por crear.

No es la primera vez ni la última que han prestado sus mentes, su trabajo para regalar su granito de arena a otros proyectos.

En esta generación, en las pasadas o en las venideras, una pátina de esa generosidad se reflejara en una solitaria lentejuela dorada, encima de un escenario.

Joaquin Vídal Dic 2012