martes, 29 de noviembre de 2011

Escribeme algo de amor


Me pides que te escriba algo de amor. Dicho así parece poca cosa, como cuando un desamparado pide una moneda a la puerta de un templo, en su cara se plasma todo lo vivido, bueno y malo, pero también lo que ha deseado y desea en ese momento, porque los deseos, los sueños, no cumplidos, también dejan marca en el rostro y lo que es más inquietante, no lo ves, pero pesan en el alma.

Lo vivido, lo sentido. Desde que tienes uso de razón ¿puedes asegurar que todo lo que has vivido lo has sentido? Seguro que no. Sentir, es como la felicidad, nos visita en la vida, segundos, minutos como mucho. En cien años de vida, has sentido unos pocos y has sido feliz otros. Ahora que todo se controla con el móvil me pregunto si querría saber cuántos años de mi vida he sido feliz y cuantos he sentido y para rizar más el rizo, cuantos y a cuantas personas les he transmitido sentimientos y felicidad, empiezo con un tiempo en mi haber, de niño con mis padres.
Tengo otro apunte a mi favor, tu.

A veces cuando estoy recostado en la cama y te veo durmiendo, le pido al mundo que no se mueva, que la luna siga alumbrando tu rostro, que tú aliento….., no me abandone nunca.


Este sentimiento, cárcel no quiero que sea,
Vereda verde y fresca, que paso a paso, desee recorrer,
Besar tus labios sin correr,
Cadena herrumbrosa, que rota lejos se vea.


Y para terminar sin querer hacerlo, despuntando un treinta de Noviembre de no hace muchos años, solo me queda decir una cosa:



“Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes, es que mueras por mi….”

Feliz cumpleaños.

Joaquín Nieto 11/2011

viernes, 25 de noviembre de 2011

La Estrella Polar

La Estrella Polar ¿Has mirado últimamente al cielo? ¿De noche? Hoy en día es difícil. Con tantas luces, contaminación lumínica, creo que la llaman. No es posible ver las estrellas, solo cuando somos adolescentes y no nos importa dormir al raso, en esas noches vemos el cielo como un ramillete de diamantes, pero pasan los años y no miramos el cielo de noche. Entre todas las estrellas siempre me ha impresionado la Estrella Polar, la que han seguido marinos, peregrinos, generales y aventureros.
Ella en silencio, guiaba a todos los seres humanos, a todos, los que perseguían algún sueño, para muchos se constituía en alguien muy especial de su familia. De ella dependía que llegaran a buen término sus viajes, sus peregrinaciones. Sin saber como el ser humano, miraba constantemente al cielo esperando que le indicara el camino.
Te imaginas ¿si algún día perdiera parte de su luz o tomara otra posición en el cielo, por voluntad propia? Este mundo, hoy sería diferente. Para mí y para todos, tú, eres la Estrella Polar, el norte de nuestras vidas. Desde que hemos ido llegando o has llegado a nuestras vidas, hemos mirado constantemente a nuestro cielo, esperando ver tu resplandor, que nos guie día a día. Por eso te pedimos que te mantengas ahí. Somos muchos los que necesitamos, para encontrar nuestros sueños, tu luz y tu guía.
Esto lo escribo para que lo lea todo el mundo, porque sirve para todos, pero hoy quiero que solo tú, recojas el mensaje, lo necesitas, mañana lo necesitara otro y ayer lo necesito otro. Joaquín Nieto 25/11/2011

lunes, 21 de noviembre de 2011

Sevilla La Roja

El coche avanzaba lentamente por las calles de la ciudad. El calor era insoportable aquel 15 de Julio de 1936. Don Gonzalo, medio tapado por la cortinilla lateral del vehículo, le daba vueltas a su plan. Varios comandantes y capitanes de la II Región Militar estaban dispuestos a secundarlo. No había sido fácil, cuando los conspiradores se enteraron de quien iba a dirigir la sublevación se quedaron estupefactos. No podía ser un general con la fama de Queipo de Llano, daría al traste con la operación. Mientras pensaba esto miraba disimuladamente por la ventanilla. La Sevilla de 1936 era una ciudad tomada por los sindicatos, huelgas, asesinatos, enfrentamientos con Falange todos los días, esto se tenía que acabar. El asesinato en Madrid de Calvo Sotelo hacía dos días había acelerado los planes de los golpistas. Se bajó disimuladamente del vehículo, el chofer lo dejó a unos quinientos metros del hotel Don Simón. De momento vestía de paisano para no llamar la atención, el gobierno no debería saber que estaba en Sevilla, se dirigió al hotel, de pronto un escalofrío le recorrió el cuerpo, enfrente había dos individuos, no podía ser, la providencia se lo había puesto delante, tenía a pocos metros a un indeseable de izquierdas, alguien a quien la derecha no podía ver, le había ganado cinco elecciones desde el año 31, Alfonso Guerra un dirigente del PSOE. Al pronunciar el nombre se palpó la pistola que llevaba en el bolsillo una idea le corrió por la cabeza, se acercaría y sin mediar palabra le daría dos tiros, era su oportunidad, al cuerno con el Alzamiento. Sin pensarlo dos veces cruzó la calle de dos zancadas y oyó que lo llamaban, ¡abuelo, abuelo! Que pasa ¿te has quedado dormido? Venga despierta. En ese momento Julio abrió los ojos, que mal sueño, claro el plato de puchero lleno hasta los bordes le había hecho caer en un sueño muy pesado. Dios mío, que pesadilla, había tenido, tanto leer, tanto leer. Abuelo, le dijo su sobrino, - venga que tenemos que votar, al final vas a votar otra vez al PP ¿no?, - pero tú no te enteras que a Alfonso Guerra en Sevilla no le ganáis ni aunque esté durmiendo. Anda vamos-. Julio, refunfuñaba mientras se ponía el abrigo, -niño para que me has despertado, con lo cerca que lo tenía. Joaquín Vidal 23 de noviembre de 2011

sábado, 19 de noviembre de 2011

Que vienen los rusos

Antonio regresaba a su barrio, el metro a esa hora, vacio casi completamente finalizaba su viaje en La Laguna. Mari Carmen y Susana junto con Antonio realizaban este último viaje. Tres vidas, con sus historias a cuestas. Todos como estatuas hieráticas permanecían sentados unos leyendo otros escuchando música, pero todos refugiados en sus mundos a pesar de estar rodeados de personas. Una imagen tan común en este tipo de transportes que si, te sorprende la primera vez que montas en él, después con el tiempo terminas convertido en estatua de sal. Mari Carmen, no dejaba de pensar en su matrimonio. Hoy, por fin hablaría con él, la decisión tantas veces aplazada, había llegado la hora. Su madre, hoy en la comida, le había pronosticado toda clase de infortunios, una catástrofe le había dicho textualmente, no puedes abandonar a tu marido y a tu hijo. Que sabía su madre. En estos seis años su marido, había acuchillado literalmente su relación, al principio es verdad que realizó muchos ingresos en esa cuenta corriente que es la relación. Pero poco a poco se fueron espaciando y realizando fuertes reintegros. Seis años, seis. Como podía amenazarla su madre con el infierno si lo dejaba ahora, no entendía que en esos seis años, las señales que ella había emitido, las conversaciones, los llantos, las suplicas, si, suplicas, quizás me equivoqué, pero lo quería. Que hubiera trabajado duro por esta relación en estos seis años, no me vale que me diga ahora ¡Que vienen los rusos! Susana, acababa de dejar su trabajo como becaria en el departamento de Marketing en una multinacional. Le había costado, una gran empresa, un futuro prometedor, pero estaba cansada, no, no físicamente. Llevaba cuatro años en ese puesto, llenos de promesas, de dedicación de días, de horas, reuniones interminables, dándolo todo, por un mísero sueldo. Su jefe, hace una hora, le había amenazado con no trabajar más en el sector, con una catástrofe de magnitud apocalíptica. Como podía amenazarla su jefe con el infierno si lo dejaba ahora, no entendía que en esos cuatro años, había dejado su vida para dedicársela a esa empresa. Que hubiera trabajado duro por su empleada en estos cuatro años, no me vale que me digas ahora ¡Que vienen los rusos! Antonio, regresaba a su casa, llevaba varios días en la Puerta del Sol, se negaba a que lo etiquetaran como “indignado”. Tenía treinta años, estaba parado desde hacía tres y ya no cobraba prestación alguna. En un noticiario acababa de ver el cierre de campaña de los dirigentes políticos, el domino a votar. Una constante de todos, “ir a votar” esto fortalece a la democracia. Todos, todos amenazan con una catástrofe de dimensiones apocalípticas, la derecha es retroceso, recorte, la izquierda es el despilfarro, crisis. Como podían amenazarlo los políticos con el infierno si dejaba de votar, no entendían que en esos doce años, desde que pudo ir a votar había trabajado duro, creído en ellos. Que hubieran trabajado duro por sus ciudadanos, por su país en estos años, no me vale que me digan ahora ¡Que vienen los rusos! El metro llegaba al final, con su señal de apertura de puertas, tres vidas, similares a no sé cuantos millones, tenían en sus manos, cambiar su destino y empezar una nueva a pesar de que vengan los rusos. Joaquín Vidal Noviembre 2011

jueves, 10 de noviembre de 2011

Soldados Niños jugando a ser hombres. La vida, sin siquiera sospecharlo, ya nos había enseñado los dientes. Cuantos sueños ahogados en alcohol. Noches de borracheras, mujeres abrazadas, maldiciones y golpes en el pecho, para terminar llorando y contando a quien nos quisiera escuchar que importante éramos antes de estar en esta cárcel, pidiendo a gritos regresar a casa. Largas caminatas con equipo pesado, armas al hombro, una bazofia de rancho, mucho tabaco barato, prestado a veces, robado las más y pocas veces comprado. Las ganas de volver a casa, eran junto con la nostalgia de nuestras anteriores vidas, nuestros sueños, acunados por el cielo estrellado, que nos arropaba noche tras noche en guardias interminables, calzados con varios pares de guantes y calcetines, mezclados con plástico para aguantar el frio. La lluvia constante, la nieve, el barro, incomodo compañero que pasados los meses echabas de menos cuando amanecía un día soleado. Después de dos años en ese infierno, vuelves a casa, que alegría, vas empujando con tu corazón el tren, corre, corre quiero ver a los míos, recuperar lo mío, dejar atrás estos meses de dolor, Han pasado dos meses, estoy en mi tierra, en mi sitio, pero no lo reconozco. La ciudad no huele igual, mi familia, amigos, todo ha cambiado, en los bares el serrín del suelo no se pega a mis suelas. Mis grandes amigas ya no ríen con mis risas, hasta el alcohol me sabe diferente. Aquí hoy, en mi ciudad estoy de noche de borrachera, mujeres abrazadas, maldiciones y golpes en el pecho, para terminar llorando y contando a quien me quiera escuchar que importante éra antes de estar en esta nueva cárcel, pidiendo a gritos regresar. Joaquín Vidal Noviembre 2011