domingo, 14 de agosto de 2011

Matar Recibiendo ó creíste que eras la encarnación de todos mis sueños

Más de cien cigarros se habían apagado en ese cenicero y otros mil se habían consumido lentamente, llenando la habitación de un fuerte olor a tabaco. Una cama de matrimonio, un gran espejo de cristal en el techo, un pequeño armario, un portátil sobre un soporte en la pared, en el techo un pequeño plafón, iluminaba con una luz tenue la habitación. A la izquierda de la cama un pequeño bidé y dos pequeñas toallas con un bote de jabón decoraban la habitación.
Trini fumando nerviosa y con un ojo morado, testigo de una paliza reciente, recogía las prendas esparcidas por el suelo. Lloraba en silencio, tragándose las lagrimas, había pensado desaparecer pero este cabrón me cogió en la estación de autobuses, cuando pensó esto, le dio una patada simulada al “cerdo” que estaba tumbado boca abajo en la cama. Debería tener valor y clavarle unas tijeras en la espalda, se acabaría todo, pero este cabrón tiene ojos en la nuca, pensó.
-¿quieres que te traiga una copa o un café?- le pregunto mientras se acercaba, el hombre sin volverse, le dijo –puta, cállate, como te oiga otra vez te pongo morado el otro ojo. Trini, se llevó las manos a la boca para reprimir un gemido de rabia mientras con la otra mano le ponía los cuernos.
¿Cómo había llegado a esta situación? Ayer se las prometía felices, un golpe de suerte había llegado a su vida. Después de aguantar al baboso de Benito durante casi un año, todo se vino abajo. Que pensaba, ¿que era la encarnación de todos mis sueños? Pobre hombre. La culpa la tenían “La Charini y la Paqui”, sobre todo la primera, si no hubiera sido tan impulsiva ella ahora estaría con el mismo asco pero en el Caribe; pero no, no, tenía que dejarse llevar por la maldita rabia, mierda.
Tenía que intentar algo, salir, esconderse, ¿pero dónde? Le pediría ayuda al “Cuneta”, ese cerdo, ¿cómo podía yo esperar que me ayudara cuando me encontró? Ya está se lo diría a Rodrigo, ese no se enteraba de nada y seguro que la ayudaría. Empezó a meter ropa en una bolsa, los zapatos en la mano. Al coger el picaporte,- tu puta, donde vás- le dijo el hombre tendido en la cama, ella se volvió despacio, “El Machaca” le apuntaba con una pistola con silenciador, directamente a la cabeza. -¿Pensabas abandonarme? Jajajaj, vas a estar follando conmigo hasta que me canse, después, como no me dices lo que quiero saber, te voy a poner unos bonitos zapatos de cemento y al rio. La Trini, aflojó las piernas y un calor le bajó por las piernas, acababa de cagarse encima

Joaquín Vidal Agosto de 2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

Me pierdo en este mar

La puerta entreabierta, el zócalo a media altura, protegido por una madera barnizada, un azul más intenso en la parte de abajo de la pared combinado con otro más claro hasta el techo, estaba en un hospital. La cabeza me dolía terriblemente. Solo en una habitación, que raro, normalmente se compartía con tres o cuatro personas. ¿Pero qué demonios había pasado? Se palpó el resto del cuerpo hasta donde alcanzaba, no, no tenía nada roto, parece que solo tenía lesiones en la cabeza. Levanto la sabana, quería identificar por la ropa quien era, que había pasado, no recordaba nada. De pronto escucho ruido en la puerta y el picaporte giró despacio, cerro los ojos, dejando solo una ranura. Una enfermera entró seguida de dos individuos, hablaban en voz baja, el que entró primero detrás de la mujer, asentía con la cabeza, ella le daba instrucciones, mientras la miraba fijamente, en sus ojos un velo de preocupación ¿Quién serían esos dos tipos? Su aspecto no le tranquilizaba, sus ropas y maneras por lo poco que había podido ver, eran de dos “buscavidas” Dios mío que dolor de cabeza. De pronto uno de ellos se acercó, le abrazó y medio llorando le pedía perdón, ¿pero porque? ¿Lo habían atropellado, iban a matarlo? Empezó a sudar. El otro individuo, miraba continuamente por la ventana y se frotaba el pelo, parecía un gesto mecánico. Enseguida los dos le dieron un último abrazo y salieron, el del pelo al salir le decía ¡Oh Dios mío, dios mío!! Mientras se frotaba el pelo!
No habían pasado más de dos minutos y la puerta se volvió a abrir, un médico entró seguido de la misma enfermera. Vamos a ver, -Braulio, como estas, le dijo él mientras miraba el historial- nada hombre nada, un fuerte golpe en la cabeza, el examen no revela ningún daño, vamos a tenerlo 24 h en observación y después a casa, le dijo a la enfermera y salieron.
Braulio, se llamaba Braulio. En ese momento un torrente de información se abrió paso en su cerebro, su vida pasó en segundos y se acordó lo que había pasado, empezó a reírse al recordar la escena de la reciente visita. Poco a poco se fue tranquilizando.
De pronto entre esos recuerdos, inevitablemente se acordó de Loli. Ayer estuvo a punto de hablar con Benito, ese infame mujeriego, borracho, despreciable. Yo trabajaba de seguridad el día que Loli y él se conocieron en el campo del Betis. Yo me enamore de ella y él la sedujo.
Después hable varias veces con ella, mientras la veía como se iba autodestruyendo día a día y el malnacido de Benito la ignoraba. Hace unos días Loli le escribió unas pocas líneas, palabras de una desesperada, de alguien que no espera nada más de la vida. Él le ayudaría a recomponer su vida, solo ella y yo.


Este es el mar, ¿sientes como te mece? nunca he podido, ni puedo, pedir que las olas sean grandes o pequeñas, que no llueva o que el viento amaine.

Siempre debo pero no siempre quiero o puedo, untar de grasa las hendiduras, pintar y repintar, recoger trozos de otras naves hundidas tras el temporal, alegrarme o llorar cuando en el horizonte diviso una vela.

A veces, he recogido a un naufrago, hemos navegado pero cuando no habían pasado más que unas pocas horas, la embarcación se hacía más y más pequeña. A gritos hemos tomado una decisión, acercarnos a un puerto y terminar con esta convivencia, o eso o saltar por la borda.

Hoy no quiero recoger a nada ni a nadie más, solo recoger el agua de lluvia, pescar y comer lo necesario para perderme en este mar.

Agosto 2011

domingo, 7 de agosto de 2011

LA VIDA ES UN LABERINTO, SIN SEÑALES

No he tenido más remedio que sentarme en este banco, lo he vuelto a sentir, un escalofrió me recorre la espina dorsal, en el cuello, una rigidez molesta pero apenas dolorosa atenaza los músculos del cuello. El sol del Mediterráneo, baña mi cuerpo, solo necesito unos minutos para recuperarme físicamente, el ánimo, mi ánimo, sin que yo pueda gobernarlo, ese, tardará más, tanto o tan poco que no puedo saberlo.

Las personas que pasean a mí alrededor, no me prestan atención, es tan habitual, estar sentada una mañana de primavera al sol, frente al mar en esta parte de esta ciudad. Si pudieran ¿si pudieran? Quiero decir si yo pudiera penetrar en mi interior, encontrar el principio y lo que más deseo, el fin de este insufrible martirio y ofrecerlo a mis seres queridos. Me doy cuenta a veces, que otra mujer sale a ratos de mi interior, una mujer desconocida con un temperamento extraño, desconocida incluso para mi, pero esa ansiedad, ese desanimo, tiene sus garras clavadas en mí y sinceramente lucho cada hora, cada minuto para dejarlo atrás. Dicen que es el mal de nuestro tiempo, que a la mayoría de personas le ocurre con más o menos intensidad. He dado un paso muy importante, pedir ayuda médica, dicen que es el principio del fin, la luz al final del tunel.

El sol me ha fortalecido, voy a volver a intentarlo, lo mejor que tengo, mi voluntad; voluntad fortalecida por mi pareja, mi hijo y mi hija pequeña, que en silencio, me acompañan en este transito que pronto voy a dejar atrás.



Amelia Salmerón

Enero 2010

Cuéntame si alguna vez lloras, cuéntame como te va

El roce de cientos de zapatillas de esparto me despierta. La cera adherida al suelo hace que el sonido sea especial, mezclado con el humo de los cirios, el olor a azahar y el silencio que rodea el paso del señor Nazareno.
Todo eso unido a las sensaciones del resto de los cuatro sentidos entran en mi alma, “ a borbotones”. Se unen a mis recuerdos, a horas vividas, silencios de las personas que me rodean, que a veces gritamos juntos, que la vida nos pasa por encima, ora muy rápido, ora más lento.

Me pregunto ¿qué tabla de ejercicio, es la adecuada, como conseguir musculatura en el alma?

Te pido que vuelvas a nacer día a día, trences sentimientos, fortaleza física.Con solo ser como eres, no en mucho tiempo, las espinas se volverán rosas por donde caminaras, ora muy rápido, ora más lento.

El palio con manto azul se aleja con música celestial detrás, un año más le digo adiós, hasta el próximo, espero que entonces estemos en nuestro sitio.

A Nuria

Joaquín Vidal
Marzo 2008