domingo, 10 de enero de 2010

Ladrillos

El camión esta cargado hasta los topes. Esta mañana, me he levantado sin ganas de cargar, pero no hay más remedio, los ladrillos no van solos a la zona de construcción. La maquina que debe hacerlo esta averiada.
Hace frío, no mucho, pero el suficiente para hacer la tarea desagradable.
Mientras acarreo la carga, observo pasar a la gente que van para sus ocupaciones diarias, de compras o paseando con el perro.
A veces, he pensado que si los pensamientos de las personas, tuvieran sonido, habría un ruido ensordecedor en la tierra. Hay pensamientos muy ruidosos, de rabia, impotencia, golpes recibidos en el alma, situaciones desgraciadas de la vida, penas por no tener a tu lado a tus seres queridos, de amores correspondidos y no correspondidos, pero también pensamientos menos ruidosos de susurros, caricias recibidas, miradas y otras series de recuerdos. Y lo que me llama realmente la atención, es que siguen caminando, viviendo, disfrutando de los pocos o muchos momentos de felicidad que hay en la vida, y que a mi parecer, es lo realmente importante. Puedo gritar de dolor, alegría o pena. Puedo gritar con susurros, pero te aseguro que hay que seguir caminando, o sea viviendo, aunque a veces la cabeza te reviente de ese ruido ensordecedor.
El encargado de la obra, me esta mirando hace rato, con tanto mirar a las personas, cada vez llevo menos ladrillos.
Estoy deseando llegar a casa, dormir con mi mujer y despertarla al alba dándole besos en la espalda.

Joaquín Vidal 21/11/01

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