martes, 12 de junio de 2012

Son muchos tres años


Cada día me está costando más. No duermo pensando en la mañana, en el amanecer. Son muchos, tres años. Día a día persiguiendo un sueño, con la sensación de que el tiempo se acaba. ¿Por qué el tiempo avanza más rápido con el paso de los años? Será porque es cuando deseas que vaya más despacio, no es porque ocurre algo especial en tu vida, porque hay momento que son horrendos, terribles y sigue pasando igual de rápido.

Cansado estoy de esas tres navidades, con su día de Navidad, reyes y cuestas de eneros. De Semanas Santas, días de Carnaval, primaveras, frías o primorosas. Los veranos, que suplicio, meses de interrupción de las rutinas invernales, tan añoradas. Solo cuando veo caer las primeras hojas y un viento frio las deja en mi puerta empiezo a recuperar mi optimismo.

Sé que en ese momento bajaré por las escaleras, aún de noche, escuchando en las plantas el ruido inequívoco de las cafeteras, duchas, tostadoras y algún esporádico amante que con gritos espasmódicos, lleva la envidia a mi corazón y me pregunto ¿Por qué no estás a mi lado?

Salgo a la fría mañana con los ojos enrojecidos, de esperar toda la noche la mañana, a unos cientos de metros, el autobús de la línea cuatro, espera en su parada, como una gran carroza enjaezada con cientos de caballos blancos y tu “la chica del autobús” sentada esperando. Hoy, va a ser mi día, por fin voy a hablarte. Son muchos, tres años.


Joaquín Vidal 6/2012

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